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Reto 16: El primero y más hermoso atardecer

La danza de las olas del oceano atlántico se fusionaban perfectamente con el canto de las gaviotas, creando una composición musical de extraordinaria belleza, era la banda sonora perfecta, para el espectáculo más hermoso que Karen había presenciado en su vida. A su derecha estaba la famosa Porte d’Aval un arco natural de roca blanquecina, que unía la tierra y el mar con una perfección arquitectónica digna del Creador. A su izquierda se divisaba un sendero estrecho que conducía hasta la cima de la segunda cadena de acantilados del pueblito de pescadores de Etretat. Y en el medio de las dos cadenas de acantilados,  estaba ella, sentada al borde de una vereda, con los pies descalzos, sintiendo las formas redondas y lisas de los guijarros que conformaban la playa.

El atardecer se coloreaba de sus habituales tonos naranjas, amarillos, rojos, azul, negros. Las aguas del mar parecían teñidas de oro, por el reflejo de la luz del sol que abrazaba la costa del pueblo, el perfume de la sal embriagaba con su frescura, mientras la brisa marina acariciba sus cabellos.

Toda su vida había anhelado observar un atardecer en la playa, pero viviendo siempre en ciudad tal honor le fue negado. Pero allí estaba ella, disfrutando no de un hermoso atardecer sino del atardecer de los atardeceres, pues ése era de una inimaginable belleza, tan grande y sublime que los ocasos de ese pueblito perdido en las costas de Francia había inspirado maravillosas pinturas como aquellas de BoudinCourbet y Monet que aún con todo su ingenio no lograron hacerle justicia. Flaubert y Leblanc también lo intentaron con sus letras, pero no lo lograron.

Mientras sus ojos se deleitaban en tal maravilla, las letras de Arthur Rimbaud llegaron a su mente a hacerle compañía:

En los atardeceres azules de verano iré por los senderos,
picoteado por el trigo, a pisar la hierba menuda:
soñador, sentiré su frescura bajo mis pies.
Dejaré que el viento bañe mi cabeza desnuda.

No hablaré nada, no pensaré nada,
pero el amor infinito ascenderá en mi alma,
e iré lejos, muy lejos, igual que un bohemio…

Ah sí ése era un momento idílico, cómo entendía a Rimbaund, y por sobretodo el corazón le explotaba de gratitud, se dice que las cosas buenas tardan en llegar. Había esperado tanto por un atardecer en la playa. Años y años, finalmente lo tenía…

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romina
2 años desde

Muy bien. No olvides al lector, es llevarlo allí, hacerlo sentir. Enfócate más en el personaje, que siente, ve y vive en ese instante.

jesus chapa
jesus chapa
2 años desde

me gusto sentí estaba en ese momento