Jamás imaginé volverme a enamorar, sentir que alguien me roba el corazón de tal manera, que mis pensamientos durante el día, sean para ese Ser, que me atrapo por completo y que solo vivo para él. A mí me volvió a ocurrir y no una, sino tres veces, jamás pensé poder amar a más de una mujer con la misma intensidad, hasta que vi el rostro de mis hijas. Tampoco imaginé poder sentir tal amor por un varón. En el instante que supe que sería padre de uno, mi vida cambió. Soy responsable de darte el ejemplo para que un día seas un maravilloso hombre.
Soy tan afortunado, tengo todo lo que siempre soñé, vivo enamorado de la vida, ya que mi vida es mi familia.
Llegué a casa más temprano de lo normal, Sahian y Kayden David, corrieron hacia mí y se abalanzaron en mis brazos, ¡Papi, llegaste! Ambos gritaron con alegría… esta es la mejor parte de mi día. Llegué a la cocina y tome a mi esposa por la cintura y de un tirón, hice que girara para encajarle un gran beso en sus hermosos labios. Sahani la más pequeña se encontraba en su cuna, me acerqué y le di un beso en su pequeña frente.
A la mañana siguiente recibí la llamada de mi amigo Ricardo, mi médico de cabecera.
—Necesito que vengas a mi consulta, tengo algo importante que decirte.
—Claro que si, allí estaré. —Conteste como niño obediente.
Al llegar noté que me recibió distinto a como siempre acostumbraba.
—Siéntate por favor, lo que tengo que decir, no hay forma sutil de hacerlo. Lamento decirte que los exámenes de sangre que te realizamos, no salieron bien. Al hacer pruebas más exhaustivas encontramos que tienes un tipo de cáncer en la sangre, y está en fase terminal.
Quedé en silencio escuchando todo lo que me decía, en modo meditabundo.
—¿Alberto, estás bien?
como un eco en el fondo, escuchaba la voz de Ricardo. Creo que él esperaba de mí, otro tipo de reacción, como un grito o un lamento. Me puse en pie y lo miré fijamente.
—¿Cuánto tiempo me queda?
—Al menos tres meses —repitió agachando su cabeza.
Salí de allí, continúe en silencio, no era momento de desesperarme. No podía permitirme perder ni una milésima de segundo. En tres meses debía buscar la manera de enseñarle a mis hijos por lo menos dos lecciones importantes, que marcarían sus vidas y los ayudarían a que fueran plenas.
Mirando al cielo, exclamé, ¡Señor no voy a preguntarte ¿Por qué?, simplemente dime para qué permitiste esto. Muéstrame lo que debo hacer. Estoy en blanco.
Caminé sin rumbo por las calles del centro de la ciudad, quería enseñarles a mis hijos el valor del Amor y el Tiempo. Pero no sabía en realidad el verdadero significado de ellos. De pronto un aroma a café suave y abrasador llamo mi atención. Entré a la pequeña cafetería de la cual salía el exquisito aroma, me senté en la terraza junto a la calle, desde donde podía ver el vaivén de los autos.
Ordené mi café, y al sentir el tibio calor pasar por mi garganta, me sentí relajado. Volteé y me exalté al ver una señora de unos cincuenta años, con cabello blancuzco, de corte muy estilizado, sentada en la pequeña mesa para dos que había ocupado.
—¿Puedo sentarme? —exclamó con una penetrante mirada.
—Claro que sí —de igual modo ya está sentada pensé.
El tiempo pasó y sin darme cuenta, mantuvimos una gran conversación, nos despedimos y mientras caminaba rumbo a mi auto, me percaté que toda nuestra conversación había sido referente al amor. y sus palabras retumbaban en mi mente.
—Está demostrado ampliamente por la ciencia, que, uno de los factores que más influye en el ser humano es la capacidad de salirse del Yo, y darse a los demás. Es esta la capacidad de amar. Vivir con la mirada puesta en mejorar un poquito la vida de los otros, es el camino seguro a la felicidad. Que nuestros hijos lo comprendan por sí mismos, es el mejor regalo que podemos hacerles.
Entendí que el amor es una decisión, y que es incondicional. Implica querer, aunque los momentos no sean buenos o que las personas se comporten o no, como yo lo espero. Aceptándolos como son, siendo pacientes con sus emociones. Cuando logremos tratar a los demás con ternura, aun cuando estemos enfadados, tristes o desilusionados, habremos aprendido el verdadero valor del amor.
Salí de allí inspirado, y con paz en el corazón. Había aprendido como enseñar a mis hijos el valor del amor. Tan solo me faltaba descubrir como enseñarles el valor del Tiempo.
Conduje por la avenida principal rumbo a mi casa, me encontré tan ensimismado en mis pensamientos que me distraje por un momento del camino.
De la nada una señora indigente, se aventó a la calle, empujando una carretilla de supermercado. Como puede frené, el carro derrapó hasta quedar al lado contrario de la calle. Bajé corriendo.
—¿Señora se encuentra bien?
—Si, hijo —Contestó todavía asustada.
—Gracias a Dios pude reaccionar a tiempo.
—Así es, gracias a Dios por el tiempo —Continuó mientras la ayudaba a llegar a la acera—. El tiempo es invaluable, de hecho, es más valioso que el dinero. ¿Sabe usted por qué es tan valioso? —Me preguntó volviendo a mirarme fijamente —A cada uno se nos ha asignado, solo cierta cantidad de tiempo en nuestras vidas, por lo que debemos asegurarnos de usarlo con prudencia. Nada puede detener el flujo del tiempo, una vez pasado no se recupera.
Como dijo Harvey Mackay:
“El tiempo es gratis pero no tiene precio. No puedes poseerlo, pero puedes hacer uso de él. No se puede guardar, pero se puede gastar. Una vez que lo has perdido no se puede recuperar”.
Enseñar a nuestros hijos a gestionar correctamente su tiempo, los capacitará para ser personas productivas y tener mejores oportunidades en la vida. Serán organizados y tendrán más tiempo para realizar nuevos proyectos.
Llegué a casa y antes de entrar, volví a mirar el cielo. A modo de oración dije al Señor:
—De veras que tienes las maneras más extrañas y maravillosas para actuar en nosotros, utilizando cada cosa que nos pasa por delante para mostrarnos lo que necesitamos. Gracias por enviar esas personas que para mí fueron ángeles, y dijeron las cosas necesarias para contar a mis hijos esas lecciones de vida. Sé que no podré estar presente para verlos exitosos en cada faceta de sus vidas, pero estaré en paz, sabiendo que los llené de mi amor y les di la seguridad que necesitaban.
¡Felicidades!
Recuerda siempre pensar en el lector y en tu PG. La idea es buena, pero falta trabajo de corrección. Por ejemplo, el primer párrafo puede ser muy significativo para ti, como autor, al lector, no le aporta en la historia. Ese es el filtro que uno debe poner en la lectura de corrección. Sirve a la historia, es necesario?…