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ANHELO

Querida si escribir es desangrarse, esta tarde muda estoy ebrio de locura, y regando la sangre de mi cuerpo por las calles solitarias donde una vez tus falanges se entrelazaron con los míos, lloran las viviendas desoladas al no vernos pasar juntos, y yo tengo que fingir ser otro para no ser ahogado por tanta soledad.

Los rincones oscuros en los cuales nos escondíamos del mundo, acribillan el recuerdo de nuestros cuerpos calientes que se perdieron en un abrazo en las noches frías de invierno. Anhelando terminar este juego macabro, donde tu ausencia me crucifica en la cruz de tu olvido.

Estoy haciendo el amor con la muerte que me invita a engendrar el fin de mis días, al compás de los gemidos de la tristeza que estrangula mi corazón al tartamudear tu nombre latido a latido al caer la tarde, que de un tajo le corta la lengua, y extirpa sus ojos sin esfuerzo alguno y yo no sé si sentirme aliviado o desgraciado, porque, aunque ya no pueda gritar cuanto te amo o verte con estos ojos brujos, no pierdo la esperanza de poder oír tu voz en esta tarde muda y ciega a donde me arrojaron, porque más allá de amarte, sufrirte con amor es lo último que puedo hacer por ti.

ANHELO

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